viernes, 27 de julio de 2007

LAS HUELLAS DE OTROS

Con gran orgullo y a manera de un sencillo homenaje me tomé la libertad de escoger de cada uno de los poetas que me acompañan en el libro un texto para compartirlo con ustedes.


Espero que mi precario juicio de Editor no incomode a los autores.


AUGURIOS


En lo profundo

De la noche

Metálico

Un disparo presagia

Que tiempos duros

Se avecinan.

Las viejas,

Descuelgan sus rosarios

Y los desgranan

En sus manos

Rezando olvidadas

Oraciones.

Estos tiempos recios

Recuerdan haberlos vivido

En el dolor espina

Que dejan en el alma

Los muertos entrañables.

Carlos Augusto Pereira Martínez


OCIO


Leeré un poema cualquiera

Me incomoda pensar

Otra cosa diferente,

A encontrarme en estos versos

Despido este día

Que sin querer pasa

Después de caminar

Tras el féretro del tiempo

Después de tratar de

Interpretar los sueños

Después de buscar explicación

A la palabra de Dios

En el silencio,

Después de contemplar

La carrera de árboles

Al paso de mí humanidad

Prisionera de la velocidad

Después de observar

Mis uñas, mis pies, mi cabello

Después de leer en tus ojos

En tu boca, en tus manos

Mi nombre y recorrer tu cuerpo

Decidí desnudarme,

Despojarme de este día.,

Leer un poema,

Un poema cualquiera

Para luego saludar la noche.

Mariela Basto Hernández



Elegía del abdicario


A partir de éste momento

Me declaro en franca guerra

Contra las sábanas blancas que

En su abrazo de hilo

Retienen el húmedo perfume

De las ganas de la entrega

De los imperdonables encuentros.

Renuncio a la antigua manía

De ofrecerles mi destino

A los dioses obsoletos

De la impotencia, el temor

Y la cristiandad.

Decido remover el cemento bajo

Mis suelas,

Desandar con zapatos rotos

El rumbo polvoriento de mi suerte

Apretarle el cinturón al hambre

Y enfrentar este mar de asfalto

Con salvavidas de papel.

Golpear a dios en plena cara

Exigirle cuentas como después

De la derrota

Cuestionar el blanco estéril

De su vestidura

Porque el negro-eterno funeral aún

Nos convoca.

A partir de éste momento

Me declaro culpable

Y alimento el ego

Con la estupidez del mundo

Mientras amarro mis zapatos

Perfumo el mal olor

Y camino erguido a santa misa de siete.


Juan Francisco Remolina Caviedes